Me piden que dé mi opinión sobre el celuloide, y lo primero que tengo que decir, es que las plumas de celuloide, me gustan, me gustan mucho.

 ¿Por qué? No sabría decirlo exactamente. No es por una sola causa en concreto. Son varios los motivos que me atraen de ellas: el brillo, la limpieza de sus colores; pero creo, que lo que me resulta más sugerente, es el tacto que tienen.

En Hispanoamérica, dirían, que son amorosas.

Probablemente, el celuloide no sea el material más práctico debido a su fragilidad y absorción de la tinta, pero por otro lado, estas dos lacras, si es que se las puede llamar así, dan un valor añadido mayor a la pieza no actual de celuloide que se encuentra en perfecto estado: sin ninguna fisura o rayadura, sin decoloración por la tinta. Esto significa, que ha sido una pieza muy cuidada y mimada por su dueño, o bien que prácticamente no se ha utilizado.

Personalmente, son las piezas de Sheaffer’s en celuloide, las que más me gustan, por su diseño, por su colorido y por la sencillez de su sistema de carga, la palanca que nunca falla.

Creo que es de agradecer que algunas firmas italianas fabricantes de estilográficas, hayan realizado el esfuerzo de producir modelos actuales en celuloide. Definitivamente son ¡¡AMOROSAS!!.

La primera vez que se utilizó el celuloide de Radite, fue por la marca Sheaffer con las Lifetime que datan de 1924. En 1926, y con el nombre de Permanite lo fue por Parker con las Duofold. En 1929, lo empezaron a utilizar Waterman con el modelo Patrician; Wahl-Eversharp con el modelo Art-Deco y Conklin.

A partir de ese momento, fue utilizado por todos los fabricantes, salvo en los alimentadores que siguieron fabricándose de ebonita por su facilidad de ajuste.
El fin del -"Pirosilyn"- celuloide, llegó con la postguerra del segundo conflicto balcánico mundial. Los termoplásticos inyectados con su ahorro de mano de obra y por consiguiente abaratamiento de costes, impusieron de nuevo la uniformidad. Cambiamos belleza por dinero, y salimos perdiendo. Aunque no por ello, los fabricantes dejaron de esforzarse en la creación de nuevos modelos y terminaciones, que no nos hicieron olvidar el celuloide, pero ayudaron a paliar el desencanto por la pérdida producida. Los años del celuloide, fueron veinticinco años de éxtasis. Braun harald .