Voy a dejar a un lado las plumas objeto de colección, y realizando un pequeño inciso, voy a escribir de otro campo que complementa y, sobre todo, enriquece el mundo del coleccionismo de la estilográfica.
Me refiero al mundo de la publicidad sobre la escritura y las estilográficas.
En los comienzos de las compañías que fabricaban y fabrican plumas estilográficas, los anuncios verbales y visuales eran un factor muy importante en el éxito comercial.
Muchos de los primeros anuncios eran de una duración efímera (es decir, de muy corta vida).
Las compañías creaban maravillosos objetos publicitarios para plumas específicas que lanzaban al mercado. Cuando la producción de ese modelo cesaba, los objetos propagandísticos fabricados se tiraban, su fin primordial de promocionar una venta había desaparecido y ya no tenía sentido guardarlo. . swaziland Toda la máquina publicitaria se centraba en el siguiente producto de la casa.
Esta escasa importancia de la publicidad de un objeto dejado de producir por una fábrica, hace, hoy en día, muy difícil localizar originales de todos estos artefactos, que se fabricaban con el único fin de dar a conocer y vender una pluma.
Los anuncios antiguos, a menudo, son más raros que las plumas anunciadas, y la medida de este hecho viene dada por los extraordinarios precios conseguidos en algunas subastas por signos, carteles, objetos, etc., promocionando la pieza a vender.
Asímismo, toda esta publicidad tiene una extraordinaria importancia, ya que a través de ella, el coleccionista puede conseguir respuestas a muchas preguntas, como por ejemplo, ¿cuándo se fabricó una pluma?, ¿en cuántos estilos o modalidades? y ¿cuánto costaba?
Junto a la información literaria del anuncio, la imagen del producto es muy importante para entender la evolución de la pluma y sus implicaciones sociológicas. Por ejemplo, sabemos, que la casa Sheaffer’s, antes de la depresión económica de los años 20, se anunciaba como la pluma de los banqueros y hombres de negocio. También, observando en los distintos carteles, los personajes elegidos para representar el objeto a promocionar, podemos deducir a que estamento social estaba dirigida la estilográfica en cuestión.
Pero para el ávido coleccionista, no hay sólo carteles publicitarios; se fabricaron multitud de objetos funcionales que además de su misión específica como calendarios, tinteros, encendedores, secantes, relojes, termómetros, barómetros, tarjetas postales, lámparas, bandejas, etc., cubrían la función comercial de promocionar una marca en concreto.
Si además de las plumas estilográficas, el coleccionista consigue algún expositor original para guardar sus piezas antiguas carteles de la época o cualquier otro objeto promocional, la "Capilla Sixtina" que puede llegar a montar en su micra-mundo de la escritura, puede, sin duda, llegar a proporcionarle una maravillosa satisfacción.
Por todo esto, me gustaría animar a todos los aficionados a que recorran mercadillos, papelerías antiguas, imprentas, etc., buscando ese objeto de publicidad que muy probablemente esté abandonado en algún cajón, entre un montón de papeles viejos a punto muchas veces de ser destruído para dejar sitio a nuevas promociones publicitarias.
El valor documental de todos estos objetos puede llegar a ser fundamental para la historia de la estilográfica y de la escritura.