A lo largo de los últimos seis años, y por motivos profesionales, he realizado visitas a numerosas Ferias de Estilográficas, tanto en Estados Unidos como en Europa. Estas Ferias se celebran en el transcurso del año en lugares como Chicago, Los Ángeles, Filadelfia, Nueva Jersey, etc., dentro del territorio americano; y, ya en Europa, en Milán o Londres, ciudad de mi más reciente visita, los pasados días 8, 9 y 10 de septiembre, a su primera Feria de Estilográficas.

Puede decirse que cada continente tiene sus características en este tipo de Ferias, pues son varias las diferencias.

En los Estados Unidos, todas las actividades se realizan en un mismo sitio, generalmente un hotel situado en los alrededores de la ciudad que ampara el acontecimiento; de esta manera, el palticipante y los visitantes dedican el cien por cien de su atención a la estilográfica. Por el contrario, en el caso de Londres, las diferentes actividades se dispersan por variados rincones de la ciudad, no existiendo un centro neurálgico donde el interesado pueda encontrar, a cualquier hora del día, una tertulia de coleccionistas, un intercambio de piezas, etc., como sucede en las ferias americanas.

En los Estados Unidos, las actividades fuertes están centradas en dos días: sábado y domingo, con un horario sin interrupción, de nueve de la mañana a las cinco de la tarde.

En el caso de Europa: Londres, el desarrollo se prolonga durante cuatro días, de jueves a domingo, y en limitados espacios de tiempo cada día.

Todas estas Ferias tienen un suceso común: se realiza en ellas una subasta de importantes piezas. Pues bien, hasta esta subasta es diferente, en un continente o en otro, a pesar de que las bases son las mismas.

En América, los que entregan piezas para subastar pueden fijar una cantidad mínima en reserva (valoración particular según ellos), de manera que, si no se alcanza esta cantidad, la pluma estilográfica no es adjudicada a nadie.

Por el contrario, en el caso de Londres, la subasta tuvo lugar en los locales de la casa BONHANS, una de las más prestigiosas firmas de subastas del Reino Unido, por tanto, se hizo de una manera absolutamente profesional: no desvelando nunca la cantidad de reserva mínima, limitándose a no adjudicar la pieza a la puja, aunque fuese la más alta, si no llegaba ésta a la cifra de reserva; pasando al siguiente lote a continuación.

En los Estados Unidos, las subastas tienen una curiosidad: cuando se llega a la puja más alta pero no se alcanza la cifra de reserva, se le ofrece al ofertante de la puja más alta la oportunidad de quedarse con la pluma si está de acuerdo en pagar la cantidad mínima estipulada de la reserva.

También existe la posibilidad de analizar de nuevo la estilográfica que se está subastando si se tiene alguna duda sobre su estado, hecho que está totalmente prohibido en la casa BONHANS. Por todas estas circunstancias, diría que la atmósfera en las subastas americanas es bastante más distendida que en la última de Londres.

Pese a todo, el mundo de las Ferias de Estilográficas en Europa todavía tiene que recorrer mucho camino. Hay que resaltar, en honor de Londres, el esfuerzo realizado por los organizadores y el éxito logrado al conseguir llevar a la sala de exposición y venta de plumas la prestigiosa COLECCIÓN DUNHILL, propiedad de la firma DUNHILL, que es una verdadera maravilla.

Los organizadores tuvieron la buena idea de ofrecer gratuitamente a todo aquel que quisiera un amplio estudio grafológico. Por último, se celebraron dos sesiones demostrativas de técnicas y métodos de reparación de los distintos sistemas de carga de estilográficas; suceso que igualmente acompaña a las ferias americanas.

En resumen, yo diría que, por ahora, prefiero las ferias americanas, aunque tengo que decir que, si se viaja con alguien a quien no le gusten las plumas, y para evitar discusiones, están mejor las ferias europeas, por ofertar opciones turísticas al acompañante, evitándole la sobredosis total de estilográficas de los americanos.